La danza moderna rompe con las reglas y criterios del ballet clásico. No sigue pasos ni movimientos estructurados de antemano. A diferencia del ballet clásico—cuyos movimientos son áereos y elevados—la danza moderna se arraiga más en la tierra.
Inicios de la danza moderna
A principios del siglo XX, el mundo empezó a experimentar cambios drásticos a nivel social, politico y económico. La era agrícola quedó atrás en muchos países europeos y en Estados Unidos.
La industrialización echó ráices en la economía. Las monarquías de antaño perdieron su poder totalitario.
No es casualidad que la danza moderna—una danza que busca la libre expresión del creador—surja en este ambiente de cambios drásticos. Bailarines, tanto en Europa como en Estados Unidos, comenzaron a experimentar con nuevas formas de danza que no respondían a ninguna regla establecida.
Estos bailarines abordaron el baile como un arte capaz de expresar la complejidad de la experiencia humana, con todas sus emociones, contradiciones, conflictos y malestares. Se inventaron una nueva forma de danza muy diferente a los bailes que se conocían hasta entonces. Esta nueva forma de danza se bautizó con el nombre de danza moderna.
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